Las fobias específicas son un miedo irracional a ciertos objetos o situaciones que la persona interpreta como un peligro real e importante. Estas situaciones generan una enorme ansiedad y conductas de evitación para intentar dejar de sufrirla. De ese modo, cuando una persona presenta fobia, intenta por todos los medios evitar el objeto que le genera el temor.
En función del tema al que se refieren o la naturaleza del estímulo fóbico, podemos hacer una clasificación orientativa:
Aproximadamente, un 5% de la población sufre de algún tipo de fobia y son el doble de frecuentes en las mujeres. Además, la intensa angustia que producen puede contribuir a que se generen otras patologías psiquiátricas como los trastornos depresivos o el consumo de alcohol.
En el desarrrollo de las fobias específicas, contribuyen una serie de factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales. Como mecanismos neurobiológicos, existe la hipótesis de una hiperactivación de una red estructural neuroanatómica asociada a algunas zonas del cerebro como la amígdala, la ínsula, la corteza cingulada anterior, cortezas prefrontal y orbitofrontal.
Como explicación básica, podriamos decir que una fobia específica puede generarse cuando en una experiencia se asocia un objeto o situación, con emociones de miedo o pánico. (Ej., un accidente de tráfico deriva en una fobia a la conducción). No obstante, no todas las fobias responden a una explicación causal tan evidente. En muchos casos, pueden relacionarse con mecanismos inconscientes, donde las asociaciones con el estímulo fóbico pueden derivarse de interpretaciones metafóricas de experiencias pasadas olvidadas o ser una proyección de miedos más primitivos.
En la práctica, lo realmente importante es el sufrimiento y limitación que producen en el día a día de la persona. Tener fobia a la arañas, puede no ser demasiado limitante viviendo en la ciudad de un pais europeo, sin embargo, puede limitar enormemente la vida de una persona que vive en una aldea del trópico. En general, la limitación funcional depende de la intensidad del miedo y del impacto que produce en la vida diaria.
La mayoría de los pacientes reconocen que el miedo es irracional, pero no pueden controlar su respuesta. La tendencia a evitar el sufrimiento, promueve los comportamientos evitativos, que a su vez, aumentan la respuesta de ansiedad ante estímulos cada vez más pequeños. Puede ser necesario solicitar ayuda profesional antes de que ese circulo vicioso empeore la fobia y la limitación que genera.